Ví a un hombre en su centro.
Ya mayor.
Con sus cicatrices.
Su viudez.
Avanzando.
Sabiendo a esa altura, lo que sí y lo que no.
Dándose cuenta de lo que necesitaba y yendo a buscarlo.
Sin estrépito. Al paso.
Aceptando todo, y por ende, captándolo todo:
Cuando esperar,
cuándo entrar en acción,
cuándo comprar café.
Seguro y sensible.
Con humor y valor.
Sin desbordes emocionales, ni hablando de sus batallas,
ni ostentando mucho carácter (como si eso fuera algo de lo que se tenga que alardear)
ni mostrando necesidad y quejas, ni dando lecciones con la palabra.
Escuchando y estando, allí donde estaba.
Con la irresistible belleza de los seres humano que no temen a las arrugas y a los años.
¡Madre mía que guapas somos las personas cuando aceptamos!
A este hombre del que te hablo se llama Ben, y lo vi en una peli.
El actor que lo interpreta maravillosamente bien se llama Robert de Niro.
La peli se llama “The Intern” (traducido como “El Pasante” o “El Becario”)
Y a Mirko y a mi nos gustó mucho.
Es sencilla y profunda en su sencillez.
Yo creo que dice mucho más de lo que parece.
Es una peli donde se ve claramente
todo lo que se genera alrededor de alguien sabe mantener su propio equilibrio.
Y lo necesaria que es una persona así en cualquier lado.
Para mi la peli va de eso.
Ahhh me olvidaba.
¿Sabes que hace este hombre en la primera y última escena de la peli?
Adivina.
Y si…
Ya decía yo.
Abrazo de árbol
Mariana
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