Hoy es domingo, pero el otro día, el martes o el jueves no sé, veía una entrevista a un científico argentino doctor en Biología Molecular, llamado Estanislao Bachrach.
¡No veas que cosas más interesantes que decía!
Decía que el placer y la felicidad no solo no son la misma cosa
– algo que podría deducir cualquiera que supero la veiteañera visión de la vida-
Sino que son lo opuesto.
Repito placer y felicidad son lo opuesto.
¡CHAN!
Luego vino la explicación científica.
El placer genera dopamina
¿Está bien…mal?
Depende.
Porque gracias a eso hemos sido capaces de movernos en busca de comida que nos permitiera sobrevivir hace ya mucho mucho tiempo.
El caso es que actualmente vamos como híper estimulados de dopamina.
¿Y que hace una neurona con mucha dopamina?
Acelera a la de al lado.
Y como cuando una neurona se acelera termina muriendo, para no morir, no reacciona a la dopamina…
Entonces si a mí me encanta el dulce de leche porque cuando como dulce de leche siento un placer inmediato
O puede ser estar con Instagram, o tatuarme o matarme en el gimnasio o trabajar todo el día o lo que sea.
Eso que cuando lo hago me da satisfacción al instante.
Bueno después de varias veces, ya necesito aumentar la dosis.
¿Por qué?
Por lo dicho arriba.
Mis neuronas empiezan a no responder como al principio y necesito más. El caminito a la adicción. Derechito.
Porque la neurona al final muere de tanto estimulo y yo estoy enganchada.
Una escalada.
Nada me alcanza.
Siempre buscando ese placer que sentimos la primera vez que comimos dulce de leche.
Pero…
¿Y la felicidad?
Serotonina.
Y ete aquí que ella, tan tranquila no te da picos de placer, no te da subidón.
Te da sensacion de plenitud.
No se genera con “consumos” sino con “experiencias” en general con otras personas.
Y la serotonina no acelera a su neurona vecina.
Todo lo contrario.
Desacelera.
Como el Tai Chi.
Que te da sensación de plenitud.
Te hace sentir uno con el todo.
Que te desacelera y a la vez te sumerge en el presente.
Abrazo de Árbol
Mariana