Será porque el otoño rojizo y lluvioso me tiene tan ocupada admirándolo
O por la hermana de visita en la casa y el corazón
O porque tengo la luna en virgo, el sol en escorpio y la mirada en el amado
O por la segunda adolescencia
O porque tengo un número ingente de neuronas espejo que hacen que cada dos por tres, pueda el hilo y me vaya un poco con cada cosa que se me acerca…
No lo sé
Pero el dominguero de ayer es hoy.
Lunes.
¿Importa?
Claro que no.
Este es nuestro juego, faltaba más.
Y será que en el Tai Chi como el agua, apenas algo nos toca o tocamos, chan!
la conexión es la que manda.
Y somos, por un instante infinito, lo mismo. Uno.
Y el espejismo de la separación,
la frontera,
lo mío mío, lo tuyo tuyo
que tanto daño hace,
se va.
Y entonces vamos por la vida
siendo todo
Y luego nada.
Porque hay equilibrio.
Y así seguimos
Y estamos bien.
Ya lo dijo mi gran amigo Julio:
Peripecias del agua
(11 abril 1981- fragmento del libro “Papeles Inesperados”)
“Basta con conocerla un poco para comprender que el agua está cansada de ser un líquido. La prueba es que apenas se le presenta la oportunidad se convierte en hielo o en vapor, pero tampoco eso la satisface; el vapor se pierde en absurdas divagaciones y el hielo es torpe y toscano, se planta donde puede y en general sólo sirve para dar vivacidad a los pingüinos y a los gin and tonic. Por eso el agua elige delicadamente la nieve, que la alinea en su más secreta esperanza, la de fijar para sí misma las formas de todo lo que no es agua, las casas, los prados, las montañas, los árboles…”
(…)
Julio Cortázar
Abrazo de árbol de nieve
(tan efímero como eterno)
Mariana